Campeón de Roland Garros que trabaja en supermercado: «Soy muy afortunado de ser tenista»

Por Alejandra Colmenares - 1 de mayo, 2020

Kevin Krawietz, campeón de dobles de Roland Garros el año pasado junto a su compatriota Andreas Mies y uno de los mejores jugadores de hoy en día, ha estado trabajando durante las últimas semanas en un supermercado de la ‘LIDL’, cerca de Múnich, donde vive y sigue entrenando varias veces a la semana.

“A veces, como jugador, puedes quejarte de las pelotas, de las prácticas, del clima o del transporte, y no creo que vuelva a hacerlo. Ahora reconozco que soy muy afortunado con el trabajo que tengo y de que mi sueño se haya hecho realidad”, confesó en entrevista con el periódico Daily Mail, en la que también detalló que gana 12,5 euros la hora por un trabajo que incluye desinfectar los carritos y reponer los estantes.

Krawietz, que ganó más de medio millón de euros dentro de las pistas solo en el 2019, confirma que buscó empleo durante este período por razones ajenas al dinero. “No es por el dinero, ya que afortunadamente nos fue bien el año pasado. Me estaba aburriendo mucho con el encierro y un amigo que trabaja en un supermercado bromeó conmigo y con otro amigo que necesitaban personas para trabajar allí. (…) Estaba buscando una nueva experiencia y aunque no es igual que ser médico, trabajar para un supermercado en este momento es un trabajo muy importante para ayudar a la comunidad”.

El campeón de Roland Garros habló de la sorpresa que se llevaron muchos de sus nuevos colegas cuando se dieron cuenta de quién era. “Muchos me han dicho que me parecía al jugador de tenis. Les dije ‘Soy ese tenista’, así que ha sido bastante divertido. En realidad, una de las cosas más agradables ha sido llegar a conocerlos. Todos tienen una historia interesante, yo no soy más que los demás (…) No sé cuándo volveremos, pero no me arrepiento de haber trabajado en un supermercado, ha sido divertido”, confesó el tenista que deseaba trabajar sin exponerse a los medios, pero una revista alemana lo descubrió.

 

 

Alejandra Colmenares