Julia Riera, de dejar de jugar a lograr el sueño de una vida: «Todo pasa por algo»
La vida está llena de circunstancias que llevan los caminos de un lado hacia el otro. Y aunque a veces hay que esperar, todo llega. Como sabe Julia Riera. La jugadora argentina de 20 años pasó de todo en su corta carrera en el tenis. Entre los 14 y 15 años, dejó de jugar. Luego retomó, pero en medio de la pandemia no podía viajar a los torneos. Organizó rifas, durmió en bancos de estación de trenes, sufrió lesiones. Y cuando menos lo esperaba, tras sufrir una gran decepción al no poder competir en su primer Grand Slam en Roland Garros, la suerte le sonrió y jugó su primer WTA en Rabat, donde llegó hasta las semifinales. Y ahora podrá cumplir el sueño de jugar en Wimbledon.
«Estaba un poquito bajón porque no había entrado a Roland Garros por el cierre del ranking. Pero a último momento pude entrar al 250 y contenta. Y cuando pasó la semana dije menos mal que no fui. Todo pasa por algo y fue una semana soñada», dijo Riera en diálogo con TyC Sports, recordando lo que vivió en la previa de Roland Garros. La pergaminense quedó afuera del listado del Abierto de Francia, pero numerosas deserciones en Rabat le permitieron debutar en un torneo WTA. Y allí superó a varias tenistas Top 100 hasta llegar a semis.
Pero el éxito de Riera no fue una sorpresa, ya que venía acumulando títulos y triunfos en torneos ITF y también jugando para Argentina en la Billie Jean King Cup. «Ya me venía sintiendo jugando bien. Venía trabajando bastante. Y era tener la posibilidad, porque no había jugado con chicas de buen ranking», explicó Julia, que solo necesitaba la chance de medirse con tenista top para probar su nivel. «A medida que iba pasando la semana, me sentía en nivel y fui subiendo la intensidad de juego sola».
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«Siempre hay algo por mejorar, un poquito de todo. En el último tiempo mejoré mucho la derecha, agregamos variantes a mi juego como el slice y el drop que no jugaba de chica. Cambiar las alturas, no jugar plano. Hay muchas europeas que juegan mucho plano y fuerte, así que cambiando las alturas las complicás», expuso Riera a la hora de describir sus virtudes y defectos. Aunque en Rabat enloqueció a sus rivales con su variedad y sus grandes derechas.
Todo comenzó para Riera en la BJK Cup, donde fue la número 1 de Argentina ante la baja de varias de sus compañeras de equipo. «Nunca había jugado en singles. Fue un poco inesperado. Se bajaron chicas por lesiones y otras cosas. Fue una oportunidad muy linda que me tocó. Ser la líder del equipo de un día para el otro no me lo esperaba. Al principio estuve nerviosa, pero lo llevé bien. Jugué bien y me ayudó mucho para los siguientes torneos», explicó la tenista de Pergamino.
Pero en realidad, para Julia todo comenzó más atrás, cuando tenía entre 14 y 15 años y dejó de jugar. «Me había cansado, se me hacía difícil jugar. Era chiquita y no tenía claro ser tenista. Así que dejé de jugar», recordó Julia, quien tuvo un salvador que es reconocido: Daniel Orsanic. El ex capitán del equipo argentino campeón de Copa Davis conocía a Julia y junto a su entrenador la llevó de regreso a los entrenamientos y encendió otra vez la llama competitiva. «Él habló con mi entrenador, me dijo que si quería volver. Necesitaba volver porque me encanta jugar al tenis. Veníamos con Dani y mi entrenador. Mejoramos mucho y a partir de ahí no paré».
Riera no paró y ahora ya figura entre las mejores 150 tenistas del mundo y va por más. En los próximos días, cumplirá el sueño de una vida de jugar un torneo de Grand Slam y justo en Wimbledon. «Me encanta Wimbledon, pero nunca jugué en césped. No sé cómo me irá. No caigo que voy a jugar un Grand Slam. Siempre lo soñé».
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